La vida de las mariposas

El niño estaba sentado en la banca, con la cabeza gacha y el cuerpo tumbado en el espaldar.
El viejo se acerca y le pregunta al niño
-¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?
El niño responde con tristeza
-No, estaba jugando con ellas y ahora apenas se mueven
El viejo observa la mano del niño y observa que tiene dos mariposas en la mano una con un movimiento intermitente y débil y la otra completamente inmóvil. En la otra mano tenía un frasco grande de vidrio destapado.

-Creo que ya cumplieron con su misión en este mundo y resultó terminar en tus manos
-¿Con su misión? Pregunta el niño confundido -Pero si sólo son mariposas, ¿qué misión pueden tener unas mariposas?
El viejo mira al niño a los ojos, dibuja una pequeña sonrisa y le explica
-Las mariposas a veces no son sólo como las que tu tienes en tus manos. A veces habitan en los estómagos de los enamorados, a veces representan la transformación de lo que parecía imposible. Todos los seres con los que nos relacionamos tienen una misión en esta vida. Cuando encontraste esas mariposas de seguro te sentiste muy feliz, estabas emocionado y te divertiste jugando con ellas, las veías volar y te sentiste atraído por sus brillantes colores.

El niño asombrado por las palabras del viejo afirma con la cabeza y le dice
-Sí, es verdad, eran muy bonitas... pero luego intenté agarrarlas para que no se escaparan. Sabía que no estaba bien pero igual las atrapé, las metí en este frasco y las vi volar juntas dentro de él. Pero...poco a poco fueron perdiendo fuerza y se tropezaban entre sí en el pequeño frasco, parecían sentirse incómodas y a la vez furiosas, ya no parecían jugar como lo hacían en el aire. Poco a poco fueron perdiendo energía y su aleteo era cada vez más débil, por eso las saqué del frasco. Cuando las saqué intentaron volar de nuevo, pero las agarré de inmediato porque no quería que escaparan, ahí fue cuando comenzaron a verse así.
El niño extendió su mano para mostrarle al viejo. Él mira al niño aún cabizbajo, extiende su mano y hace una seña para que el niño le entregue las mariposas moribundas.

-Ya no puedes retenerlas, cuando las sacaste del frasco e intentaron volar, debías dejarlas libres. Las mariposas son seres efímeros, no viven mucho tiempo y menos en cautiverio. Las mariposas tienen una vida muy particular, comienzan como feas orugas, arrastrándose por doquier sin tener realmente un propósito, hasta que llega el momento que se ven envueltas en un pequeño capullo. Dentro de él se preparan para un gran cambio, el mayor de su corta vida, finalmente la fea oruga se convierte en mariposa, con radiantes colores que alegran todo a su paso, lo malo es que viven muy poco pero su corta vida está marcada por el mejor de los eventos. No te entristezcas por la muerte de estas mariposas, su vida ha de ser así siempre, de ahora en adelante, cuando veas alguna mariposa, disfrútala desde la distancia y aprende de ella. Con su corta vida va llenando de alegría a tantos corazones y busca siempre transformarse.

El niño ve al viejo y luego ve a las mariposas ya inmóviles en su mano, le sonríe y le dice
-Ahora me gustan mucho más las mariposas, quiero ser como ellas, quiero transformarme como ellas. Haré lo que ellas no pueden hacer con su corta vida, poder darle alegría a tantas personas como pueda y ser tan libre como ellas.
El niño, emocionado, se despide del viejo y se aleja corriendo a lo que parece ser el inicio de su primera transformación.


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