Lluvia

La lluvia tiene ese no sé qué mágico que activa las nostalgias y también los deseos. Pareciera que las nubes no reprimieran solo agua, sino tambien todo aquello que no se ha dicho, esa sensación de desahogo que provocan las gotas cuando caen sobre las superficies.

Es así, que tan incólume se mantienen los deseos en las nubes y tan reales al golpear el suelo, donde se hacen tangibles.
Hablando de deseos diría, que el más perfecto gemido hace armonía con el sonido de la lluvia, los cuerpos se mojan afuera o adentro, podríamos llamarlo tempestad de deseo, tormenta de placeres o temporal de anhelos...

Lo malo viene cuando se acaba, cuando la frecuencia ralentiza y el vigor se mitiga. La complicidad de las gotas lava los rastros de lo que fue el desahogo, devuelve la careta a lo que permanecía oculto y vuelve el sonido del rutinario hastío. Por ahora, se esperará hasta el próximo temporal.


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